Dec 7, 2015

Noëlie In Memoriam



26-10-1928/04-12-2015





(de Hernan)

Noëlie,

de todos los viajes,
el mas emotivo fue sin duda alguna
llegar a Marsella un fin de semana
para visitar el pequeño puerto de La Ciotat.
Te parecía tan increible que según me dijiste luego
« Creí que nunca ibamos a llegar”
No era cualquier sitio, era La ciudad.
Y sabes qué quiere decir La Ciotat en provenzal ?
Eso : La Ciudad.
Te parecía imposible
lo nunca pensado :
que tú después de tantos años
visitaras la Ciotat donde nació tu madre.

Nos veo comiendo en el Puerto de la Ciotat.
La luz viaja.
A distancia
para alguien que se encuentre muy lejos de la tierra
digamos a muchos años luz
puede que esa luz que estuvo con nosotros ese día en el puerto
aún no le llegue
y que desde ese punto de vista aquella comida en el puerto aún no suceda
y este viajando como una rayo que no cesa.

De todas tus estancias
la más memorable es la de Cádiz.
Yo te observaba mucho.
Para los que pintamos
la luz escribe cartas.
Por ahí hay una foto tuya
como un cuadro de Rembrandt:
madre leyendo la biblia.
Seguramente un salmo.

Viajes, todos tus viajes
cuantas veces París.
Merci, merci beaucoup, maman...


***


(de Bernardo)


En el día de tu entierro


Domingo 6 de diciembre del 2015

Sabía que este día llegaría, todos lo sabíamos, este día extraño, por lo decir absurdo, por no decir imposible, en que ya no sería la vecina, ni la amiga, ni la conocida, pero tú misma, querida madre, que caerías fulminada en el baño, como tu propia madre, tan sola como lo estuvo ella, tan solos como lo estamos todos cuando hay algo importante en juego. Sabía que ese día llegaría en que un mensaje me anunciaría que debía ser fuerte. Como también sabía que de nada me serviría saberlo.
Y aquí sigo, lejos como siempre lo estuve, tomando cursos de distancia, tratando de aprender en vano tu muerte. Y aquí estoy como lo estamos todos, reunidos en torno a ti, en este fin de mundo, el fin de tu mundo, tan desamparado y perplejo y casi sin palabras, tratando de olvidar que tú aún estas ahí, madre querida, y que ahora nos estamos deshaciendo de tu cuerpo para volver a nuestras vidas, porque es así como nos enseñaron, el precio que se paga por vivir, ese olvido sagrado que es nuestro consuelo.
Hace dos días soñé que te morías y que me decías, con una voz que ya no era la tuya, que te dolía mucho, que te dolía demasiado. Al despertar no puede dejar de pensar en el tono un tanto frío y distante con el que me hablaste estos últimos días. ¿Por qué esa frialdad y esa distancia? No lo comprendía. Ahora lo comprendo. A esa cita que te había dado, el lunes 14 de diciembre, tú no vendrías y no sabías como decírmelo. Como si tuvieras vergüenza de tu muerte. “Déjame ir, hijo mío, no me retengas”. Madre querida, yo sé que te dolía mucho, y no sólo el cuerpo, sabía que todo te estaba doliendo demasiado, y que en ese dolor estabas sola, como lo estamos todos cuando hay algo esencial en juego.
Noëlie, mucho de los que estamos aquí, en cuerpo o como mi hermano y yo en alma, te queríamos, te queríamos intensamente, porque era imposible quererte de otro modo, quererte a ti era quererte inmensamente. Como ves, ahora te soltamos la mano y te dejamos partir. Ya no te retemos. Ya no podemos retenerte. Y esta tarde, después de la ceremonia, volveremos a nuestras vidas, pues es así como nos enseñaron, el precio que se paga por vivir, ese precio que tú misma pagaste tantas veces.

No te imaginas cuanto llegué a quererte, y como desde muy temprano identifiqué tu propia soledad con la mía. Lo que no es lógico ni aconsejable. No te imaginas cuanto me cuesta soltarte la mano y dejarte ir, madre mía. Pero no temas, sigue tu rumbo, descansa. En mi dolor está mi amor, ese amor que mantiene mi mano aferrada a la tuya a pesar de tu muerte.